Por Morita
Vargas
Hay un momento
específico en la vida del ser humano que se define como la costumbre de
entablar un sueño corto, a ese cachito de felicidad lo llamamos
siesta. Esta somnolencia mágica nos ayuda a olvidar los agobios de la vida
diaria y no es cualquier pavada, pero hay un instante dentro de la siesta que
captura el momento exacto entre el despertar y el dormir, que se llama
duermevela.
Duermevela es
el sueño ligero del que está dormitando y aparece cuando tu mente se empieza a
desconectar y termina en otro lugar que muy bien no sabemos dónde es pero se
siente bien.
Ahí es donde
nos encontramos a Federico Durand,
un chico de Muñiz que un día se despertó y empezó a componer todo lo que sentía
en ese estado.
Los silencios,
las melodías y texturas construyen un terreno en donde Federico se hospeda, en
donde la música puede abrir espacios interiores y encontrar lugares de
misterio, llenos de vacío y de silencio pero colmados de imágenes y memorias al
mismo tiempo.
Investigando
su infancia y recorriendo la casa de su madre en las sierras de Córdoba,
Federico comenzó a grabar todos los sonidos de la naturaleza que rodeaba ese
espacio como si fueran un tesoro y combinando esos registros de campo junto con
melodías, creó un lugar de escape.
Así fue como
en el 2008 y bajo el sello británico Imoto Records, grabó su primer
álbum completo llamado Elín.
Un álbum
regido bajo la estética del recuerdo, compuesto por siete canciones que evocan
a la niñez, a la lluvia en el jardín y a la fiebre en la cama.
En el 2010 el
sello japonés Spekk le puso el oído a su música y salió a la
luz su segundo álbum La Siesta del Ciprés, allí Federico indaga
sobre ese instante en el que no estamos totalmente dormidos, y lo define a su
vez como “un territorio de extrema lucidez que expresa a través de ocho
canciones enmarcadas en títulos poéticos y llenas hasta el tope de melancolía”.
Al año
siguiente, bajo el sello Own Records de Luxemburgo,
lanza El éxtasis de las flores pequeñas, grabado con un viejo
minidisc junto a instrumentos acústicos en donde visita las memorias de un
viaje con sus abuelos al sur de la Argentina, momento que define como “una
epifanía”.
Su más
reciente trabajo El libro de los árboles mágicos, fue lanzado este
año bajo el sello Home Normal de Japón y cuenta con siete
temas hipnóticos en dónde reina lo idílico en forma de frecuencias
experimentales.
Así es
como Federico Durand despliega en cada uno de sus trabajos un
alto grado de sensibilidad y en plena búsqueda de una estética de belleza
rústica nos manda a dormir, esperando a que cada uno encuentre un rinconcito de
felicidad, por lo menos por un rato.
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Muchas gracias
Morita e IndieHearts por esta hermosa nota, F.